Quisiera encontrar la palabra que pudiera transmitir mi sentimiento como
artista al momento de enterarme que
luego de la destrucción de la Embajada
de Israel dicha institución decidió reconstruir una obra que se encontraba
dentro del edificio específicamente en el despacho del Agregado cultural de
aquel momento, el señor Rafael Elada, actual embajador en Brasil.
Cuando Erik me propuso este proyecto me pareció un desafío
interesante de trabajar.
En la tranquilidad de mi taller a pasar a pintar en público
y a la intemperie, pero no solo a la intemperie de la calle Arroyo, no solo a la intemperie climática sino también a
una intemperie existencial que uno siente frente a un lienzo en blanco. Entre
el artista y el lienzo emerge un gran interrogante, qué imagen se plasmará en
ella. En este caso la imagen estaba bajo
los escombros y había que rescatarla, volverla real, tan real y tan insolente
para demostrarle al mundo que ninguna bomba puede callar la creación.
Recuperar lo destruido devolviéndolo a la vida con toda la
fuerza de la creación. Creo que todo artista tiene una senda por donde va
caminando. La mía, en los años transcurridos, siempre fue la misma. Rescatar
desde los escombros los materiales que ya cumplieron su función, cartas, hilo
sisal, acrílicos quemados, papeles destruidos para volver a construir una obra
y envolviéndole a encontrar un nuevo significado. Acá estamos con lo mismo pero diferente. Transformar una obra
sepultada bajo los escombros y volverla a construir, volver a hacer una imagen
que nos conmueva, que nos haga
reflexionar como a partir de un desecho se puede hacer una obra de arte.
Está hecha amorosamente así que espero que ustedes también
puedan sentir algo en sus corazones cuando la vean.
Muchas Gracias,
Leonor Coifman
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